2
se llegaron a Zorobabel y a los jefes de casas paternas, y les dijeron: Vamos a edificar con vosotros, porque, como vosotros, buscamos a vuestro Dios, y le hemos estado ofreciendo sacrificios desde los días de Esar-hadón, rey de Asiria, que nos trajo aquí.
3
Pero Zorobabel y Jesúa y los demás jefes de casas paternas de Israel les dijeron: No tenéis nada en común con nosotros para que juntos edifiquemos una casa a nuestro Dios, sino que nosotros unidos la edificaremos al SEÑOR, Dios de Israel, como nos ordenó el rey Ciro, rey de Persia.
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Entonces el pueblo de aquella tierra se puso a desanimar al pueblo de Judá, y a atemorizarlos para que dejaran de edificar;
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y tomaron a sueldo contra ellos consejeros para frustrar sus propósitos, todos los días de Ciro, rey de Persia, hasta el reinado de Darío, rey de Persia.
6
En el reinado de Asuero , al principio de su reinado, escribieron una acusación contra los habitantes de Judá y de Jerusalén.
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Y en los días de Artajerjes, Bislam, Mitrídates, Tabeel y sus demás compañeros escribieron a Artajerjes, rey de Persia, y el texto de la carta estaba en escritura aramea y traducido al arameo.
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Rehum, el gobernador, y Simsai, el escriba, escribieron una carta al rey Artajerjes contra Jerusalén, de esta manera:
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Rehum, el gobernador, Simsai, el escriba, y sus demás compañeros, los jueces y los gobernadores de menos categoría, los oficiales, los secretarios, los hombres de Erec, los babilonios, los hombres de Susa, es decir, los elamitas,
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y las demás naciones que el grande y noble Asnapar deportó y estableció en la ciudad de Samaria, y en el resto de la provincia al otro lado del río . (Y ahora
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esta es la copia de la carta que le enviaron.) Al rey Artajerjes, de tus siervos, los hombres de la provincia al otro lado del río: Y ahora
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sepa el rey que los judíos que subieron de ti han venido a nosotros en Jerusalén; están reedificando la ciudad rebelde y perversa, y están terminando las murallas y reparando los cimientos.
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Ahora sepa el rey, que si esa ciudad es reedificada y las murallas terminadas, ellos no pagarán tributo, ni impuesto, ni peaje, lo cual perjudicará los ingresos de los reyes.
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Y debido a que estamos en el servicio del palacio, y no es apropiado que veamos el menosprecio del rey, por eso hemos enviado para hacerlo saber al rey,
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a fin de que se investigue en el libro de las Memorias de tus padres. Y en el libro de las Memorias hallarás y sabrás que esa ciudad es una ciudad rebelde y perjudicial a los reyes y a las provincias, y que en tiempos pasados se han incitado rebeliones dentro de ella; por eso fue devastada esa ciudad.
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Nosotros informamos al rey que si esa ciudad es reedificada y las murallas terminadas, como resultado, el territorio más allá del río no será tuyo.
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Entonces el rey envió respuesta a Rehum, el gobernador, a Simsai, el escriba, y a sus demás compañeros que habitan en Samaria y en las demás provincias al otro lado del río: Paz. Y ahora
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el documento que nos enviasteis ha sido leído claramente delante de mí.
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Y por mí fue proclamado un decreto; se investigaron los hechos, y se ha descubierto que esa ciudad en tiempos pasados se ha levantado contra los reyes, y que en ella se ha fomentado rebelión e insurrección;
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que reyes poderosos han reinado sobre Jerusalén, gobernando todas las provincias más allá del río, y que se les pagaba tributo, impuesto y peaje.
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Ahora pues, proclamad un decreto para que estos hombres paren la obra y que esa ciudad no sea reedificada hasta que salga un decreto de mí.
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Y cuidaos de no ser negligentes en cumplir este asunto; ¿por qué se ha de aumentar el daño en perjuicio de los reyes?
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Entonces, tan pronto como la copia del documento del rey Artajerjes fue leída delante de Rehum, del escriba Simsai, y sus compañeros, fueron a toda prisa a Jerusalén, a los judíos, y los hicieron parar por la fuerza.
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Entonces cesó la obra en la casa de Dios que estaba en Jerusalén, y quedó suspendida hasta el año segundo del reinado de Darío, rey de Persia.