4
(leyendo lo cual podéis entender cuál sea mi inteligencia en el misterio del Cristo;)
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el cual en los otros siglos no se dio a conocer a los hijos de los hombres como ahora es revelado a sus santos apóstoles y profetas en Espíritu:
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Que los gentiles sean juntamente herederos, e incorporados, y consortes de su Promesa en el Cristo por el Evangelio;
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del cual yo soy hecho ministro por el don de la gracia de Dios que me ha sido dado, según la operación de su potencia.
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A mí, digo , el más pequeño de todos los santos, es dada esta gracia de anunciar entre los gentiles el Evangelio de las inescrutables riquezas del Cristo,
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y de aclarar a todos cuál sea la comunión del misterio escondido desde los siglos en Dios, que creó todas las cosas por Jesús, el Cristo.
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Para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora notificada por la Iglesia a los principados y potestades en los cielos,
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conforme a la determinación eterna, que hizo en Cristo Jesús Señor nuestro,
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en el cual tenemos seguridad y entrada con confianza por la fe de él.
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Por tanto, pido que no desmayéis por causa de mis tribulaciones por vosotros, lo cual es vuestra gloria.
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Por esta causa doblo mis rodillas al Padre del Señor nuestro Jesús, el Cristo,
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(del cual es nombrada toda la familia en los cielos y en la tierra),
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que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser corroborados con potencia en el hombre interior por su Espíritu.
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Que habite el Cristo por la fe en vuestros corazones; para que, arraigados y fundados en caridad,
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podáis bien comprender con todos los santos cuál sea la anchura y la longitud y la profundidad y la altura,
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y conocer la caridad del Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.
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Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, por la potencia que obra en nosotros,
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a él sea gloria en la Iglesia por el Cristo Jesús, por todas las generaciones de los siglos de los siglos. Amén.