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conforme a la determinación eterna, que hizo en Cristo Jesús Señor nuestro,
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en el cual tenemos seguridad y entrada con confianza por la fe de él.
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Por tanto, pido que no desmayéis por causa de mis tribulaciones por vosotros, lo cual es vuestra gloria.
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Por esta causa doblo mis rodillas al Padre del Señor nuestro Jesús, el Cristo,
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(del cual es nombrada toda la familia en los cielos y en la tierra),
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que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser corroborados con potencia en el hombre interior por su Espíritu.
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Que habite el Cristo por la fe en vuestros corazones; para que, arraigados y fundados en caridad,
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podáis bien comprender con todos los santos cuál sea la anchura y la longitud y la profundidad y la altura,
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y conocer la caridad del Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios.
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Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, por la potencia que obra en nosotros,
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a él sea gloria en la Iglesia por el Cristo Jesús, por todas las generaciones de los siglos de los siglos. Amén.