2
Tiempo de nacer, y tiempo de morir; tiempo de plantar, y tiempo de arrancar lo plantado;
3
tiempo de matar, y tiempo de curar; tiempo de destruir, y tiempo de edificar;
4
tiempo de llorar, y tiempo de reir; tiempo de endechar, y tiempo de bailar;
5
tiempo de esparcir las piedras, y tiempo de allegar las piedras; tiempo de abrazar, y tiempo de alejarse de abrazar;
6
tiempo de buscar, y tiempo de perder; tiempo de guardar, y tiempo de desechar;
7
tiempo de romper, y tiempo de coser; tiempo de callar, y tiempo de hablar;
8
tiempo de amar, y tiempo de aborrecer; tiempo de guerra, y tiempo de paz.
9
¿Qué provecho tiene el que trabaja en lo que trabaja?
10
Yo he visto la ocupación que Dios ha dado a los hijos de los hombres para que en ella se ocupasen.
11
Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y aun el mundo les entregó a su voluntad, de tal manera que no alcance el hombre esta obra de Dios desde el principio hasta el fin.
12
Yo he conocido que no hay mejor para ellos, que alegrarse, y hacer bien en su vida.
13
Y también he conocido que es don de Dios que todo hombre coma y beba, y goce el bien de todo su trabajo.
14
He entendido que todo lo que Dios hace, esto será perpetuo; sobre aquello no se añadirá, ni de ello se disminuirá; porque Dios lo hace, para que delante de él teman los hombres .
15
Aquello que fue, ya es: y lo que será, fue ya; y Dios buscará lo que pasó.
16
Vi más debajo del sol: en lugar del juicio, allí la impiedad; y en lugar de la justicia, allí la iniquidad.
17
Y dije yo en mi corazón: Al justo y al impío juzgará Dios; porque hay un tiempo determinado de juzgar a toda voluntad y sobre todo lo que se hace.
18
Dije en mi corazón, en orden a la condición de los hijos de los hombres, que Dios los puede manifestar, y es para ver que ellos son bestias los unos a los otros.
19
Porque el suceso de los hijos de los hombres, y el suceso del animal, el mismo suceso es: como mueren los unos, así mueren los otros; y una misma respiración tienen todos; ni tiene más el hombre que la bestia; porque todo es vanidad.
20
Todo va a un lugar; todo es hecho del polvo, y todo volverá al mismo polvo.
21
¿Quién sabe que el espíritu de los hijos de los hombres suba arriba, y que el espíritu del animal descienda debajo de la tierra?
22
Así que he visto que no hay cosa mejor que alegrarse el hombre con lo que hiciere; porque esta es su parte; porque ¿quién lo llevará para que vea lo que será después de él?