3
Sí, te humilló permitiendo que pasaras hambre y luego alimentándote con maná, un alimento que ni tú ni tus antepasados conocían hasta ese momento. Lo hizo para enseñarte que la gente no vive solo de pan, sino que vivimos de cada palabra que sale de la boca del Señor
.
4
En todos esos cuarenta años, la ropa que llevabas puesta no se gastó, y tus pies no se ampollaron ni se hincharon.
5
Ten por cierto que, así como un padre disciplina a su hijo, el Señor
tu Dios te disciplina para tu propio bien.
6
»Por lo tanto, obedece los mandatos del Señor
tu Dios andando en sus caminos y temiéndolo.
7
Pues el Señor
tu Dios te lleva a una buena tierra, con arroyos y lagunas, con fuentes de agua y manantiales que brotan a chorros de los valles y las colinas.
8
Es una tierra de trigo y cebada, de vides, higueras y granadas, de aceite de oliva y miel.
9
Es una tierra donde abunda el alimento y no falta nada. Es una tierra donde el hierro es tan común como las piedras y donde el cobre abunda en las colinas.
10
Cuando hayas comido hasta quedar satisfecho, asegúrate de alabar al Señor
tu Dios por la buena tierra que te ha dado.
11
»Sin embargo, ¡ese es el momento cuando debes tener mucho cuidado! En tu abundancia, ten cuidado de no olvidar al Señor
tu Dios al desobedecer los mandatos, las ordenanzas y los decretos que te entrego hoy.
12
Pues cuando te sientas satisfecho y hayas prosperado y edificado casas hermosas donde vivir,
13
cuando haya aumentado mucho el número de tus rebaños y tu ganado, y se haya multiplicado tu plata y tu oro junto con todo lo demás, ¡ten mucho cuidado!
14
No te vuelvas orgulloso en esos días y entonces te olvides del Señor
tu Dios, quien te rescató de la esclavitud en la tierra de Egipto.
15
No olvides que él te guió por el inmenso y terrible desierto, que estaba lleno de escorpiones y serpientes venenosas, y que era tan árido y caliente. ¡Él te dio agua de la roca!
16
En el desierto, te alimentó con maná, un alimento desconocido para tus antepasados. Lo hizo para humillarte y para ponerte a prueba por tu propio bien.
17
Todo esto lo hizo para que nunca se te ocurriera pensar: “He conseguido toda esta riqueza con mis propias fuerzas y energías”.
18
Acuérdate del Señor
tu Dios. Él es quien te da las fuerzas para obtener riquezas, a fin de cumplir el pacto que les confirmó a tus antepasados mediante un juramento.
19
»Pero una cosa te aseguro: si alguna vez te olvidas del Señor
tu Dios y sigues a otros dioses, y les rindes culto y te inclinas ante ellos, sin duda serás destruido.
20
Tal como el Señor
destruyó a otras naciones en tu paso, así también tú serás destruido si te niegas a obedecer al Señor
tu Dios.