2
y el SEÑOR tu Dios las hubiere entregado delante de ti, y las hirieres, del todo las destruirás; no harás con ellos alianza, ni las tomarás a merced
3
Y no emparentarás con ellos; no darás tu hija a su hijo, ni tomarás a su hija para tu hijo
4
Porque desviará a tu hijo de en pos de mí, y servirán a dioses ajenos; y el furor del SEÑOR se encenderá sobre vosotros, y te destruirá presto
5
Mas así habéis de hacer con ellos: sus altares destruiréis, y quebraréis sus imágenes, y cortaréis sus bosques, y quemaréis sus esculturas en el fuego
6
Porque tú eres pueblo santo al SEÑOR tu Dios; el SEÑOR tu Dios te ha escogido para serle un pueblo único, diferente a todos los pueblos que están sobre la faz de la tierra
7
No por ser vosotros más que todos los pueblos os ha codiciado el SEÑOR, y os ha escogido; porque vosotros erais los más insignificantes de todos los pueblos
8
sino porque el SEÑOR os amó, y quiso guardar el juramento que juró a vuestros padres, os ha sacado el SEÑOR con mano fuerte, y os ha rescatado de casa de siervos, de la mano del Faraón, rey de Egipto
9
Para que sepas que el SEÑOR tu Dios es Dios, Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta por mil generaciones
10
y que da el pago en su cara al que le aborrece, destruyéndolo; ni lo dilatará al que le aborrece, en su cara le dará el pago
11
Guarda, por tanto, los mandamientos, y estatutos, y derechos que yo te mando hoy que hagas
12
Y será que, por haber oído estos derechos, y haberlos guardado y puesto por obra, el SEÑOR tu Dios guardará contigo el pacto y la misericordia que juró a tus padres