56
La tierna y la delicada entre vosotros, que nunca la planta de su pie probó a sentar sobre la tierra, de ternura y delicadeza, su ojo será maligno para con el marido de su seno, y para con su hijo, y para con su hija
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y para con su chiquita que sale de entre sus pies, y para con sus hijos que diere a luz; pues los comerá escondidamente, a falta de todo, en el cerco y en el apuro con que tu enemigo te apretará en tus ciudades
58
si no cuidares de poner por obra todas las palabras de esta ley que están escritas en este libro, temiendo este Nombre glorioso y terrible, YO SOY tu Dios
59
El SEÑOR aumentará maravillosamente tus plagas y las plagas de tu simiente, plagas grandes y duraderas, y enfermedades malignas y duraderas
60
y hará volver sobre ti todas las enfermedades de Egipto, delante de los cuales temiste, y no te dejarán
61
Asimismo toda enfermedad y toda plaga que no está escrita en el libro de esta ley, el SEÑOR la enviará sobre ti, hasta que tú seas destruido
62
Y quedaréis en pocos varones, en lugar de haber sido como las estrellas del cielo en multitud; por cuanto no escuchaste la voz del SEÑOR tu Dios
63
Y será que de la manera que el SEÑOR se gozó sobre vosotros para haceros bien, y para multiplicaros, así se gozará el SEÑOR sobre vosotros para echaros a perder, y para destruiros; y seréis arrancados de sobre la tierra, a la cual entráis para poseerla
64
Y el SEÑOR te esparcirá por todos los pueblos, desde un extremo de la tierra hasta el otro extremo de ella; y allí servirás a dioses ajenos que no conociste tú ni tus padres, al leño y a la piedra
65
Y ni aun entre los mismos gentiles reposarás, ni la planta de tu pie tendrá reposo; que allí te dará el SEÑOR corazón temeroso, y languidez de ojos, y tristeza de alma
66
y tendrás tu vida como colgada en duda, y estarás temeroso de noche y de día, y no confiarás de tu vida
67
Por la mañana dirás: ¡Quién diera que fuera la tarde! y a la tarde dirás: ¡Quién diera que fuera la mañana! por el miedo de tu corazón con que estarás amedrentado, y por lo que verán tus ojos
68
Y el SEÑOR te hará volver a Egipto en navíos por el camino del cual te ha dicho: Nunca más volverás a verlo; y allí os venderán a vuestros enemigos por esclavos y por esclavas, y no habrá quien os compre