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el cual también nos informó acerca de vuestro amor en el Espíritu.
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Por esta razón, también nosotros, desde el día que lo supimos, no hemos cesado de orar por vosotros y de rogar que seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría y comprensión espiritual,
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para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, dando fruto en toda buena obra y creciendo en el conocimiento de Dios;
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fortalecidos con todo poder según la potencia de su gloria, para obtener toda perseverancia y paciencia, con gozo
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dando gracias al Padre que nos ha capacitado para compartir la herencia de los santos en luz.
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Porque El nos libró del dominio de las tinieblas y nos trasladó al reino de su Hijo amado,
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en quien tenemos redención: el perdón de los pecados.
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El es la imagen del Dios invisible, el primogénito de toda creación.
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Porque en El fueron creadas todas las cosas, tanto en los cielos como en la tierra, visibles e invisibles; ya sean tronos o dominios o poderes o autoridades; todo ha sido creado por medio de El y para El.
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Y El es antes de todas las cosas, y en El todas las cosas permanecen.
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El es también la cabeza del cuerpo que es la iglesia; y El es el principio, el primogénito de entre los muertos, a fin de que El tenga en todo la primacía.
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Porque agradó al Padre que en El habitara toda la plenitud,
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y por medio de El reconciliar todas las cosas consigo, habiendo hecho la paz por medio de la sangre de su cruz, por medio de El, repito, ya sean las que están en la tierra o las que están en los cielos.
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Y aunque vosotros antes estabais alejados y erais de ánimo hostil, ocupados en malas obras,
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sin embargo, ahora El os ha reconciliado en su cuerpo de carne, mediante su muerte, a fin de presentaros santos, sin mancha e irreprensibles delante de El,
23
si en verdad permanecéis en la fe bien cimentados y constantes, sin moveros de la esperanza del evangelio que habéis oído, que fue proclamado a toda la creación debajo del cielo, y del cual yo, Pablo, fui hecho ministro.
24
Ahora me alegro de mis sufrimientos por vosotros, y en mi carne, completando lo que falta de las aflicciones de Cristo, hago mi parte por su cuerpo, que es la iglesia,
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de la cual fui hecho ministro conforme a la administración de Dios que me fue dada para beneficio vuestro, a fin de llevar a cabo la predicación de la palabra de Dios,