2
A los santos y hermanos fieles en Cristo que están en Colosas: Gracia y paz a vosotros de Dios Padre nuestro, y del Señor Jesús, el Cristo.
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Damos gracias al Dios y Padre del Señor nuestro Jesús, el Cristo, siempre orando por vosotros;
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habiendo oído vuestra fe en el Cristo Jesús, y la caridad que tenéis para con todos los santos,
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a causa de la esperanza que os está guardada en los cielos; la cual habéis oído ya por la palabra de la verdad del Evangelio;
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el cual ha llegado hasta vosotros, como está por todo el mundo; y fructifica, como también en vosotros, desde el día que oísteis y conocisteis la gracia de Dios en verdad,
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como lo habéis aprendido de Epafras, nuestro consiervo amado, el cual es para vosotros un fiel ministro de Cristo Jesús;
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quien también nos ha declarado vuestra caridad en Espíritu.
9
Por lo cual también nosotros, desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir a Dios que seáis llenos del conocimiento de su voluntad, en toda sabiduría y entendimiento espiritual;
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para que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, fructificando en toda buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios.
11
Corroborados de toda fortaleza, conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y tolerancia con gozo;
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dando gracias al Padre que nos hizo dignos para participar en la herencia de los santos en luz;
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que nos libró de la potestad de las tinieblas, y nos traspasó en el Reino de su amado Hijo,
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en el cual tenemos redención por su sangre, la remisión de pecados.
15
El cual es la imagen del Dios invisible, el Primogénito de toda criatura.
16
Porque por él fueron creadas todas las cosas que están en los cielos, y que están en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios, sean principados, sean potestades; todo fue creado por él y en él.
17
Y él es antes de todas las cosas, y todas las cosas consisten por él;
18
y él es la cabeza, del cuerpo de la Iglesia, principio y primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga el primado.
19
Por cuanto agradó al Padre que en él habitase toda plenitud,
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y por él reconciliar todas las cosas a sí, pacificando por la sangre de su madero, así lo que está en la tierra como lo que está en los cielos.
21
A vosotros también, que erais en otro tiempo extraños y enemigos de ánimo en malas obras, ahora empero os ha reconciliado
22
en el cuerpo de su carne por medio de la muerte, para haceros santos, y sin mancha, e irreprensibles delante de él;