10
Yo fui en el Espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una gran voz como de trompeta
11
que decía: YO SOY el Alfa y la Omega, el primero y el último. Escribe en un libro lo que ves, y envíalo a las siete Iglesias que están en Asia: a Efeso, a Esmirna, a Pérgamo, a Tiatira, a Sardis, a Filadelfia, y a Laodicea
12
Y me volví a ver la voz que hablaba conmigo; y vuelto, vi siete candeleros de oro
13
y en medio de los siete candeleros, uno semejante al Hijo de hombre, vestido de una ropa que llegaba hasta los pies, y ceñido por los pechos con una cinta de oro
14
Y su cabeza y sus cabellos eran blancos como la lana blanca, como la nieve; y sus ojos como llama de fuego
15
y sus pies semejantes al latón fino, ardientes como en un horno; y su voz como ruido de muchas aguas
16
Y tenía en su diestra siete estrellas; y de su boca salía una espada aguda de dos filos. Y su rostro era como el sol cuando resplandece en su fuerza
17
Y cuando yo le vi, caí como muerto a sus pies. Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: No temas; YO SOY el primero y el último
18
y el que vivo, y he sido muerto; y he aquí que vivo para siempre jamás, Amén. Y tengo las llaves del Hades y de la muerte
19
Escribe las cosas que has visto, y las que son, y las que han de ser después de éstas
20
El misterio de las siete estrellas que has visto en mi diestra, y los siete candeleros de oro. Las siete estrellas son los ángeles de las siete Iglesias; y los siete candeleros que has visto, son las siete Iglesias