1
Ahora bien, hermanos, en cuanto a la venida de nuestro Señor Jesucristo y a nuestra reunión con él, les pedimos que
2
no pierdan la cabeza ni se alarmen por ciertas profecías, ni por mensajes orales o escritos supuestamente nuestros, que digan: «¡Ya llegó el día del Señor!»
3
No se dejen engañar de ninguna manera, porque primero tiene que llegar la rebelión contra Dios y manifestarse el hombre de maldad, el destructor por naturaleza.
4
Este se opone y se levanta contra todo lo que lleva el nombre de Dios o es objeto de adoración, hasta el punto de adueñarse del templo de Dios y pretender ser Dios.
5
¿No recuerdan que ya les hablaba de esto cuando estaba con ustedes?
6
Bien saben que hay algo que detiene a este hombre, a fin de que él se manifieste a su debido tiempo.
7
Es cierto que el misterio de la maldad ya está ejerciendo su poder; pero falta que sea quitado de en medio el que ahora lo detiene.
8
Entonces se manifestará aquel malvado, a quien el Señor Jesús derrocará con el soplo de su boca y destruirá con el esplendor de su venida.
9
El malvado vendrá, por obra de Satanás, con toda clase de milagros, señales y prodigios falsos.
10
Con toda perversidad engañará a los que se pierden por haberse negado a amar la verdad y así ser salvos.
11
Por eso Dios permite que, por el poder del engaño, crean en la mentira.
12
Así serán condenados todos los que no creyeron en la verdad sino que se deleitaron en el mal.