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Durante la guerra entre las familias de Saúl y David, Abner fue consolidando su posición en el reino de Saúl,
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aunque Isboset le reclamó a Abner el haberse acostado con Rizpa hija de Ayá, que había sido concubina de Saúl.
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A Abner le molestó mucho el reclamo, así que replicó:—¿Acaso soy un perro de Judá? Hasta el día de hoy me he mantenido fiel a la familia de tu padre Saúl, incluso a sus parientes y amigos, y conste que no te he entregado en manos de David. ¡Y ahora me sales con que he cometido una falta con esa mujer!
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Que Dios me castigue sin piedad si ahora yo no procedo con David conforme a lo que el SEÑOR le juró:
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Voy a quitarle el reino a la familia de Saúl y a establecer el trono de David sobre Israel y Judá, desde Dan hasta Berseba.
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Isboset no se atrevió a responderle a Abner ni una sola palabra, pues le tenía miedo.
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Entonces Abner envió unos mensajeros a decirle a David: «¿A quién le pertenece la tierra, si no a usted? Haga un pacto conmigo, y yo lo apoyaré para hacer que todo Israel se ponga de su parte».
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«Muy bien —respondió David—. Haré un pacto contigo, pero con esta condición: Cuando vengas a verme, trae contigo a Mical hija de Saúl. De lo contrario, no te recibiré».
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Además, David envió unos mensajeros a decirle a Isboset hijo de Saúl: «Devuélveme a mi esposa Mical, por la que di a cambio cien prepucios de filisteos».
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Por tanto, Isboset mandó que se la quitaran a Paltiel hijo de Lais, que era su esposo,
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pero Paltiel se fue tras ella, llorando por todo el camino hasta llegar a Bajurín. Allí Abner le ordenó que regresara, y Paltiel obedeció.
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Luego Abner habló con los ancianos de Israel. «Hace tiempo que ustedes quieren hacer rey a David —les dijo—.
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Ya pueden hacerlo, pues el SEÑOR le ha prometido: “Por medio de ti, que eres mi siervo, libraré a mi pueblo Israel del poder de los filisteos y de todos sus enemigos”».
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Abner habló también con los de Benjamín, y más tarde fue a Hebrón para contarle a David todo lo que Israel y la tribu de Benjamín deseaban hacer.
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Cuando Abner llegó a Hebrón, David preparó un banquete para él y los veinte hombres que lo acompañaban.
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Allí Abner le propuso a David: «Permítame Su Majestad convocar a todo Israel para que hagan un pacto con usted, y así su reino se extenderá a su gusto». Con esto, David despidió a Abner, y este se fue tranquilo.