4
Invoco al SEÑOR, que es digno de ser alabado, y soy salvo de mis enemigos.
5
Las ondas de la muerte me cercaron, los torrentes de iniquidad me atemorizaron;
6
los lazos del Seol me rodearon, las redes de la muerte surgieron ante mí.
7
En mi angustia invoqué al SEÑOR, sí, clamé a mi Dios; desde su templo oyó mi voz, y mi clamor llegó a sus oídos.
8
Entonces la tierra se estremeció y tembló, los cimientos de los cielos temblaron y fueron sacudidos, porque El se indignó.
9
Humo subió de su nariz, y el fuego de su boca consumía; carbones fueron por él encendidos.
10
Inclinó también los cielos, y descendió con densas tinieblas debajo de sus pies.
11
Cabalgó sobre un querubín, y voló; y apareció sobre las alas del viento.
12
De tinieblas hizo pabellones a su alrededor, abundantes aguas, densos nubarrones.
13
Del fulgor de su presencia ascuas de fuego se encendieron.
14
Tronó el SEÑOR desde los cielos, y el Altísimo dio su voz.
15
Y envió saetas, y los dispersó, relámpagos, y los confundió.
16
Entonces los abismos del mar aparecieron, los cimientos del mundo quedaron al descubierto, por la reprensión del SEÑOR, por el soplo del aliento de su nariz.
17
Extendió la mano desde lo alto y me tomó; me sacó de las muchas aguas.
18
Me libró de mi poderoso enemigo, de los que me aborrecían, pues eran más fuertes que yo.
19
Se enfrentaron a mí el día de mi infortunio, mas el SEÑOR fue mi sostén.
20
También me sacó a un lugar espacioso; me rescató, porque se complació en mí.
21
El SEÑOR me ha premiado conforme a mi justicia; conforme a la pureza de mis manos me ha recompensado.
22
Porque he guardado los caminos del SEÑOR, y no me he apartado impíamente de mi Dios.
23
Pues todas sus ordenanzas estaban delante de mí, y en cuanto a sus estatutos, no me aparté de ellos.
24
También fui íntegro para con El, y me guardé de mi iniquidad.
25
Por tanto el SEÑOR me ha recompensado conforme a mi justicia, conforme a mi pureza delante de sus ojos.
26
Con el benigno te muestras benigno, con el hombre íntegro te muestras íntegro;
27
con el puro eres puro, y con el perverso eres sagaz.
28
Salvas al pueblo afligido, pero tus ojos están sobre los altivos a quienes tú humillas.
29
Porque tú eres mi lámpara, oh SEÑOR; el SEÑOR alumbra mis tinieblas.
30
Pues contigo aplastaré ejércitos, con mi Dios escalaré murallas.
31
En cuanto a Dios, su camino es perfecto; acrisolada es la palabra del SEÑOR; El es escudo a todos los que a El se acogen.
32
Pues ¿quién es Dios, fuera del SEÑOR? ¿Y quién es roca, sino sólo nuestro Dios?
33
Dios es mi fortaleza poderosa, y el que pone al íntegro en su camino.
34
El hace mis pies como de ciervas, y me afirma en mis alturas.
35
El adiestra mis manos para la batalla, y mis brazos para tensar el arco de bronce.
36
Tú me has dado también el escudo de tu salvación, y tu ayuda me engrandece.
37
Ensanchas mis pasos debajo de mí, y mis pies no han resbalado.
38
Perseguí a mis enemigos y los destruí, y no me volví hasta acabarlos.
39
Los he consumido y los he destrozado, y no pudieron levantarse; cayeron debajo de mis pies.
40
Pues tú me has ceñido con fuerza para la batalla; has subyugado debajo de mí a los que contra mí se levantaron.
41
También has hecho que mis enemigos me vuelvan las espaldas, y destruí a los que me odiaban.
42
Clamaron, mas no hubo quién los salvara; aun al SEÑOR clamaron, mas no les respondió.
43
Entonces los pulvericé, como polvo de la tierra, como lodo de las calles los trituré y los pisé.
44
Tú me has librado también de las contiendas de mi pueblo; me has guardado para ser cabeza de naciones; pueblo que yo no conocía me sirve.