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y los demás se los traería a Su Majestad. La muerte del hombre que usted busca dará por resultado el regreso de los otros, y todo el pueblo quedará en paz.
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La propuesta le pareció acertada a Absalón, lo mismo que a todos los ancianos de Israel,
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pero Absalón dijo:—Llamemos también a Husay el arquita, para ver cuál es su opinión.
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Cuando Husay llegó, Absalón le preguntó:—¿Debemos adoptar el plan que Ajitofel nos ha propuesto? Si no, ¿qué propones tú?
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—Esta vez el plan de Ajitofel no es bueno —respondió Husay—.
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Usted conoce bien a su padre David y a sus soldados: son valientes, y deben estar furiosos como una osa salvaje a la que le han robado su cría. Además, su padre tiene mucha experiencia como hombre de guerra y no ha de pasar la noche con las tropas.
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Ya debe de estar escondido en alguna cueva o en otro lugar. Si él ataca primero, cualquiera que se entere dirá: “Ha habido una matanza entre las tropas de Absalón”.
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Entonces aun los soldados más valientes, que son tan bravos como un león, se van a acobardar, pues todos los israelitas saben que David, su padre, es un gran soldado y cuenta con hombres muy valientes.
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»El plan que yo propongo es el siguiente: Convoque Su Majestad a todos los israelitas que hay, desde Dan hasta Berseba. Son tan numerosos como la arena a la orilla del mar, y Su Majestad mismo debe dirigirlos en la batalla.
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Atacaremos a David, no importa dónde se encuentre; caeremos sobre él como el rocío que cae sobre la tierra. No quedarán vivos ni él ni ninguno de sus soldados.
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Y si llega a refugiarse en algún pueblo, todos los israelitas llevaremos sogas a ese lugar, y juntos arrastraremos a ese pueblo hasta el arroyo, de modo que no quede allí ni una piedra.
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Absalón y todos los israelitas dijeron:—El plan de Husay el arquita es mejor que el de Ajitofel.Esto sucedió porque el SEÑOR había determinado hacer fracasar el consejo de Ajitofel, aunque era el más acertado, y de ese modo llevar a Absalón a la ruina.
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Entonces Husay les dijo a los sacerdotes Sadoc y Abiatar:—Ajitofel les propuso tal y tal plan a Absalón y a los ancianos de Israel, pero yo les propuse este otro.
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Dense prisa y mándenle este mensaje a David: “No pase Su Majestad la noche en los llanos del desierto; más bien, cruce de inmediato al otro lado, no vaya a ser que Su Majestad y quienes lo acompañan sean aniquilados”.
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Jonatán y Ajimaz se habían quedado en Enroguel. Como no se podían arriesgar a que los vieran entrar en la ciudad, una criada estaba encargada de darles la información para que ellos se la pasaran al rey David.
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Sin embargo, un joven los vio y se lo hizo saber a Absalón, así que ellos se fueron de allí en seguida. Cuando llegaron a la casa de cierto hombre en Bajurín, se metieron en un pozo que él tenía en el patio.
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La esposa de aquel hombre cubrió el pozo y esparció trigo sobre la tapa. De esto nadie se enteró.
20
Al pasar los soldados de Absalón por la casa, le preguntaron a la mujer:—¿Dónde están Jonatán y Ajimaz?—Cruzaron el río —respondió ella.Los soldados salieron en busca de ellos, pero como no pudieron encontrarlos, regresaron a Jerusalén.
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Después de que los soldados se fueron, Jonatán y Ajimaz salieron del pozo y se dirigieron adonde estaba David para ponerlo sobre aviso. Le dijeron:—Crucen el río a toda prisa, pues Ajitofel ha aconsejado que los ataquen.
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Por tanto, David y quienes lo acompañaban se fueron y cruzaron el Jordán antes de que amaneciera. Todos sin excepción lo cruzaron.
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Ajitofel, por su parte, al ver que Absalón no había seguido su consejo, aparejó el asno y se fue a su pueblo. Cuando llegó a su casa, luego de arreglar sus asuntos, fue y se ahorcó. Así murió, y fue enterrado en la tumba de su padre.
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David se dirigió a Majanayin, y Absalón lo siguió, cruzando el Jordán con todos los israelitas.
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Ahora bien, en lugar de Joab, Absalón había nombrado general de su ejército a Amasá, que era hijo de un hombre llamado Itrá, el cual era ismaelita y se había casado con Abigaíl, hija de Najás y hermana de Sarvia, la madre de Joab.
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Los israelitas que estaban con Absalón acamparon en el territorio de Galaad.
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Cuando David llegó a Majanayin, allí estaban Sobí hijo de Najás, oriundo de Rabá, ciudad amonita; Maquir hijo de Amiel, que era de Lo Debar; y Barzilay el galaadita, habitante de Roguelín.
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Estos habían llevado camas, vasijas y ollas de barro, y también trigo, cebada, harina, grano tostado, habas, lentejas,
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miel, cuajada, queso de vaca y ovejas. Les ofrecieron esos alimentos a David y a su comitiva para que se los comieran, pues pensaban que en el desierto esta gente habría pasado hambre y sed, y estaría muy cansada.