16
Dense prisa y mándenle este mensaje a David: “No pase Su Majestad la noche en los llanos del desierto; más bien, cruce de inmediato al otro lado, no vaya a ser que Su Majestad y quienes lo acompañan sean aniquilados”.
17
Jonatán y Ajimaz se habían quedado en Enroguel. Como no se podían arriesgar a que los vieran entrar en la ciudad, una criada estaba encargada de darles la información para que ellos se la pasaran al rey David.
18
Sin embargo, un joven los vio y se lo hizo saber a Absalón, así que ellos se fueron de allí en seguida. Cuando llegaron a la casa de cierto hombre en Bajurín, se metieron en un pozo que él tenía en el patio.
19
La esposa de aquel hombre cubrió el pozo y esparció trigo sobre la tapa. De esto nadie se enteró.
20
Al pasar los soldados de Absalón por la casa, le preguntaron a la mujer:—¿Dónde están Jonatán y Ajimaz?—Cruzaron el río —respondió ella.Los soldados salieron en busca de ellos, pero como no pudieron encontrarlos, regresaron a Jerusalén.
21
Después de que los soldados se fueron, Jonatán y Ajimaz salieron del pozo y se dirigieron adonde estaba David para ponerlo sobre aviso. Le dijeron:—Crucen el río a toda prisa, pues Ajitofel ha aconsejado que los ataquen.
22
Por tanto, David y quienes lo acompañaban se fueron y cruzaron el Jordán antes de que amaneciera. Todos sin excepción lo cruzaron.
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Ajitofel, por su parte, al ver que Absalón no había seguido su consejo, aparejó el asno y se fue a su pueblo. Cuando llegó a su casa, luego de arreglar sus asuntos, fue y se ahorcó. Así murió, y fue enterrado en la tumba de su padre.
24
David se dirigió a Majanayin, y Absalón lo siguió, cruzando el Jordán con todos los israelitas.
25
Ahora bien, en lugar de Joab, Absalón había nombrado general de su ejército a Amasá, que era hijo de un hombre llamado Itrá, el cual era ismaelita y se había casado con Abigaíl, hija de Najás y hermana de Sarvia, la madre de Joab.
26
Los israelitas que estaban con Absalón acamparon en el territorio de Galaad.
27
Cuando David llegó a Majanayin, allí estaban Sobí hijo de Najás, oriundo de Rabá, ciudad amonita; Maquir hijo de Amiel, que era de Lo Debar; y Barzilay el galaadita, habitante de Roguelín.
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Estos habían llevado camas, vasijas y ollas de barro, y también trigo, cebada, harina, grano tostado, habas, lentejas,
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miel, cuajada, queso de vaca y ovejas. Les ofrecieron esos alimentos a David y a su comitiva para que se los comieran, pues pensaban que en el desierto esta gente habría pasado hambre y sed, y estaría muy cansada.