10
Y aun el valiente, cuyo corazón es como el corazón de un león, se desanimará completamente, pues todo Israel sabe que tu padre es un hombre poderoso y que todos los que están con él son valientes.
11
Pero yo aconsejo que todo Israel se reúna contigo, desde Dan hasta Beerseba, abundantes como la arena que está a la orilla del mar, y que tú personalmente vayas al combate.
12
Iremos a él en cualquiera de los lugares donde se encuentre, y descenderemos sobre él como cae el rocío sobre la tierra; y de él y de todos los hombres que están con él no quedará ni uno.
13
Si se refugia en una ciudad, todo Israel traerá sogas a aquella ciudad y la arrastraremos al valle hasta que no se encuentre en ella ni una piedra pequeña.
14
Absalón y todos los hombres de Israel dijeron: El consejo de Husai arquita es mejor que el consejo de Ahitofel. Pues el SEÑOR había ordenado que se frustrara el buen consejo de Ahitofel para que el SEÑOR trajera calamidad sobre Absalón.
15
Dijo después Husai a los sacerdotes Sadoc y Abiatar: Esto es lo que Ahitofel aconsejó a Absalón y a los ancianos de Israel, y esto es lo que yo he aconsejado.
16
Ahora pues, enviad inmediatamente y avisad a David, diciendo: No pases la noche en los vados del desierto sino pasa al otro lado sin falta, no sea que el rey y el pueblo que está con él sean destruidos.
17
Y Jonatán y Ahimaas aguardaban en En-rogel ; una criada iría a avisarles y ellos irían a avisar al rey David, porque no debían verse entrando a la ciudad.
18
Pero un muchacho los vio y avisó a Absalón; así que los dos salieron rápidamente y fueron a la casa de un hombre en Bahurim que tenía un pozo en su patio, al cual descendieron.
19
Y tomando la mujer una manta, la extendió sobre la boca del pozo y esparció grano sobre ella, de modo que nada se notaba.
20
Entonces los siervos de Absalón fueron a la casa de la mujer y dijeron: ¿Dónde están Ahimaas y Jonatán? Y la mujer les dijo: Ellos han pasado el arroyo. Buscaron, y al no encontrarlos, regresaron a Jerusalén.