25
Dijo luego Jehú a Bidcar su capitán: Tómalo y échalo a un extremo de la heredad de Nabot de Jezreel. Acuérdate que cuando tú y yo íbamos juntos tras Acab su padre, el SEÑOR pronunció esta sentencia sobre él, diciendo
26
Que yo vi ayer la sangre de Nabot, y la sangre de sus hijos, dijo el SEÑOR; y que te las tengo que devolver en esta heredad, dijo el SEÑOR. Tómale pues, ahora, y échalo en la heredad, conforme a la palabra del SEÑOR
27
Y viendo esto Ocozías rey de Judá, huyó por el camino de la casa del huerto. Y lo siguió Jehú, diciendo: Herid también a éste en el carro, a la subida de Gur, junto a Ibleam. Y él huyó a Meguido, y murió allí
28
Y sus siervos le llevaron en un carro a Jerusalén, y allá le sepultaron con sus padres, en su sepulcro en la ciudad de David
29
En el undécimo año de Joram hijo de Acab, comenzó a reinar Ocozías sobre Judá
30
Y vino Jehú a Jezreel; y cuando Jezabel lo oyó, adornó sus ojos con antimonio, y atavió su cabeza, y se asomó por una ventana
31
Y cuando entraba Jehú por la puerta, ella dijo: ¿Tuvo paz Zimri, quien mató a su señor
32
Alzando él entonces su rostro hacia la ventana, dijo: ¿Quién es conmigo? ¿Quién? Y miraron hacia él dos o tres eunucos
33
Y él les dijo: Echadla abajo. Y ellos la echaron; y parte de su sangre fue salpicada en la pared, y en los caballos; y él la atropelló
34
Entró luego, y después que comió y bebió, dijo: Id ahora a ver aquella maldita, y sepultadla; que al fin es hija de rey
35
Pero cuando fueron para sepultarla, no hallaron de ella más que la calavera, y los pies, y las palmas de las manos
36
Y volvieron, y se lo dijeron. Y él dijo: La palabra de Dios es ésta, la cual él habló por mano de su siervo Elías tisbita, diciendo: En la heredad de Jezreel comerán los perros las carnes de Jezabel
37
Y el cuerpo de Jezabel fue cual estiércol sobre la faz de la tierra en la heredad de Jezreel; de manera que nadie pueda decir: Esta es Jezabel