5
Construyó estos altares para todos los poderes de los cielos en ambos atrios del templo del Señor
.
6
Manasés también sacrificó a su propio hijo en el fuego.
Practicó la hechicería, la adivinación y consultó a los médiums y a los videntes. Hizo muchas cosas perversas a los ojos del Señor
y con eso provocó su enojo.
7
Incluso Manasés hizo una imagen tallada de la diosa Asera y la colocó en el templo, en el mismo lugar donde el Señor
les había dicho a David y a su hijo Salomón: «Mi nombre será honrado para siempre en este templo y en Jerusalén, la ciudad que he escogido entre todas las tribus de Israel.
8
Si los israelitas se aseguran de obedecer mis mandatos —todas las leyes que mi siervo Moisés les dio—, yo no los expulsaré de esta tierra que les di a sus antepasados».
9
Sin embargo, la gente se negó a escuchar, y Manasés los llevó a cometer cosas aún peores que las que habían hecho las naciones paganas que el Señor
había destruido cuando el pueblo de Israel entró en la tierra.
10
Luego el Señor
dijo por medio de sus siervos, los profetas:
11
«El rey Manasés de Judá ha hecho muchas cosas detestables. Es aún más perverso que los amorreos, quienes vivían en esta tierra antes que Israel. Él hizo que la gente de Judá pecara con sus ídolos.
12
Entonces esto es lo que el Señor
, Dios de Israel, dice: traeré tanto desastre sobre Jerusalén y Judá que los oídos de quienes lo oigan se estremecerán de horror.
13
Juzgaré a Israel con el mismo criterio que usé para juzgar a Samaria y con la misma medida
que usé con la familia de Acab. Barreré por completo a la gente de Jerusalén como cuando uno limpia un plato y lo pone boca abajo.
14
Incluso rechazaré al remanente de mi pueblo que haya quedado y los entregaré como botín a sus enemigos.
15
Pues han cometido gran maldad a mis ojos y me han hecho enojar desde que sus antepasados salieron de Egipto».