4
(Porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas;)
5
Destruyendo consejos, y toda altura que se levanta contra la ciencia de Dios, y cautivando todo intento á la obediencia, de Cristo;
6
Y estando prestos para castigar toda desobediencia, cuando vuestra obediencia fuere cumplida.
7
Miráis las cosas según la apariencia. Si alguno está confiado en sí mismo que es de Cristo, esto también piense por sí mismo, que como él es de Cristo, así también nosotros somos de Cristo.
8
Porque aunque me glorié aun un poco de nuestra potestad (la cual el Señor nos dió para edificación y no para vuestra destrucción), no me avergonzaré;
9
Porque no parezca como que os quiero espantar por cartas.
10
Porque á la verdad, dicen, las cartas son graves y fuertes; mas la presencia corporal flaca, y la palabra menospreciable.
11
Esto piense el tal, que cuales somos en la palabra por cartas estando ausentes, tales seremos también en hechos, estando presentes.
12
Porque no osamos entremeternos ó compararnos con algunos que se alaban á sí mismos: mas ellos, midiéndose á sí mismos por sí mismos, y comparándose consigo mismos no son juiciosos.
13
Nosotros empero, no nos gloriaremos fuera de nuestra medida, sino conforme á la medida de la regla, de la medida que Dios nos repartió, para llegar aun hasta vosotros.
14
Porque no nos extendemos sobre nuestra medida, como si no llegásemos hasta vosotros: porque también hasta vosotros hemos llegado en el evangelio de Cristo:
15
No gloriándonos fuera de nuestra medida en trabajos ajenos; mas teniendo esperanza del crecimiento de vuestra fe, que seremos muy engrandecidos entre vosotros, conforme á nuestra regla.
16
Y que anunciaremos el evangelio en los lugares más allá de vosotros, sin entrar en la medida de otro para gloriarnos en lo que ya estaba aparejado.
17
Mas el que se gloría, gloríese en el Señor.
18
Porque no el que se alaba á sí mismo, el tal es aprobado; mas aquel á quien Dios alaba.