56
Bendito sea el SEÑOR, que ha dado reposo a su pueblo Israel, conforme a todo lo que él había dicho; ninguna palabra de todas sus promesas que dijo por Moisés su siervo, ha faltado.
57
Sea con nosotros el SEÑOR nuestro Dios, como fue con nuestros padres; y no nos desampare, ni nos deje;
58
incline nuestro corazón hacia sí, para que andemos en sus caminos, y guardemos sus mandamientos y sus estatutos y sus derechos, los cuales mandó a nuestros padres.
59
Y que estas mis palabras con que he orado delante del SEÑOR estén cerca del SEÑOR nuestro Dios de día y de noche, para que él haga el juicio de su siervo, y de su pueblo Israel, cómo y cuándo la necesidad lo demandare;
60
para que todos los pueblos de la tierra sepan que el SEÑOR es Dios, y que no hay otro.
61
Sea pues perfecto vuestro corazón para con el SEÑOR nuestro Dios, andando en sus estatutos, y guardando sus mandamientos, como el día de hoy.
62
Entonces el rey, y todo Israel con él, ofrecieron sacrificios delante del SEÑOR.
63
Y ofreció Salomón sacrificios pacíficos, los cuales sacrificó al SEÑOR, que fueron veintidós mil bueyes, y ciento veinte mil ovejas. Así dedicaron el rey y todos los hijos de Israel la Casa del SEÑOR.
64
Aquel mismo día santificó el rey el medio del atrio que estaba delante de la Casa del SEÑOR: porque ofreció allí los holocaustos, y los presentes, y los sebos de los pacíficos; por cuanto el altar de bronce que estaba delante del SEÑOR era pequeño, y no cabían en él los holocaustos, y los presentes, y los sebos de los pacíficos.
65
En aquel tiempo Salomón hizo fiesta, y con él todo Israel, una gran congregación, desde donde entran en Hamat hasta el río de Egipto, delante del SEÑOR nuestro Dios, por siete días y otros siete días, esto es, por catorce días.
66
Y el octavo día despidió al pueblo; y ellos bendiciendo al rey, se fueron a sus estancias alegres y gozosos de corazón por todos los beneficios que el SEÑOR había hecho a David su siervo, y a su pueblo Israel.