51
Porque ellos son tu pueblo y tu heredad, que tú sacaste de Egipto, de en medio del horno de hierro.
52
Que tus ojos estén abiertos á la oración de tu siervo, y á la plegaria de tu pueblo Israel, para oirlos en todo aquello por lo que te invocaren:
53
Pues que tú los apartaste para ti por tu heredad de todos los pueblos de la tierra, como lo dijiste por mano de Moisés tu siervo, cuando sacaste á nuestros padres de Egipto, oh Señor Jehová.
54
Y fué, que como acabó Salomón de hacer á Jehová toda esta oración y súplica, levantóse de estar de rodillas delante del altar de Jehová con sus manos extendidas al cielo;
55
Y puesto en pie, bendijo á toda la congregación de Israel, diciendo en voz alta:
56
Bendito sea Jehová, que ha dado reposo á su pueblo Israel, conforme á todo lo que él había dicho; ninguna palabra de todas sus promesas que expresó por Moisés su siervo, ha faltado.
57
Sea con nosotros Jehová nuestro Dios, como fué con nuestros padres; y no nos desampare, ni nos deje;
58
Incline nuestro corazón hacia sí, para que andemos en todos sus caminos, y guardemos sus mandamientos y sus estatutos y sus derechos, los cuales mandó á nuestros padres.
59
Y que estas mis palabras con que he orado delante de Jehová estén cerca de Jehová nuestro Dios de día y de noche, para que él proteja la causa de su siervo, y de su pueblo Israel, cada cosa en su tiempo;
60
A fin de que todos los pueblos de la tierra sepan que Jehová es Dios, y que no hay otro.
61
Sea pues perfecto vuestro corazón para con Jehová nuestro Dios, andando en sus estatutos, y guardando sus mandamientos, como el día de hoy.