8
El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor.
9
En esto se manifestó el amor de Dios en nosotros: en que Dios ha enviado a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por medio de El.
10
En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que El nos amó a nosotros y envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados.
11
Amados, si Dios así nos amó, también nosotros debemos amarnos unos a otros.
12
A Dios nadie le ha visto jamás. Si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros y su amor se perfecciona en nosotros.
13
En esto sabemos que permanecemos en El y El en nosotros: en que nos ha dado de su Espíritu.
14
Y nosotros hemos visto y damos testimonio de que el Padre envió al Hijo para ser el Salvador del mundo.
15
Todo aquel que confiesa que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él y él en Dios.
16
Y nosotros hemos llegado a conocer y hemos creído el amor que Dios tiene para nosotros. Dios es amor, y el que permanece en amor permanece en Dios y Dios permanece en él.
17
En esto se perfecciona el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio, pues como El es, así somos también nosotros en este mundo.
18
En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor, porque el temor involucra castigo, y el que teme no es hecho perfecto en el amor.
19
Nosotros amamos, porque El nos amó primero.
20
Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es un mentiroso; porque el que no ama a su hermano, a quien ha visto, no puede amar a Dios a quien no ha visto.
21
Y este mandamiento tenemos de El: que el que ama a Dios, ame también a su hermano.