2
Luego David ordenó que se reuniera a los extranjeros que vivían en territorio israelita. De entre ellos nombró canteros que labraran piedras para la construcción del templo de Dios.
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Además, David juntó mucho hierro para los clavos y las bisagras de las puertas, y bronce en abundancia.
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También amontonó mucha madera de cedro, pues los habitantes de Sidón y de Tiro le habían traído madera de cedro en abundancia.
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«Mi hijo Salomón —pensaba David— es muy joven e inexperto, y el templo que hay que construir para el SEÑOR debe ser el más grande y famoso de toda la tierra; por eso le dejaré todo listo». Así que antes de morir, David dejó todo listo.
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Luego llamó a su hijo Salomón y le encargó construir el templo para el SEÑOR, Dios de Israel.
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David le dijo a Salomón: «Hijo mío, yo tenía la intención de construir un templo para honrar al SEÑOR mi Dios.
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Pero el SEÑOR me dijo: “Ante mis propios ojos has derramado mucha sangre y has hecho muchas guerras en la tierra; por eso no serás tú quien me construya un templo.
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Pero tendrás un hijo que será un hombre pacífico; yo haré que los países vecinos que sean sus enemigos lo dejen en paz; por eso se llamará Salomón. Durante su reinado, yo le daré a Israel paz y tranquilidad.
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Él será quien me construya un templo. Él será para mí como un hijo, y yo seré para él como un padre. Yo afirmaré para siempre el trono de su reino en Israel”.
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»Ahora, hijo mío, que el SEÑOR tu Dios te ayude a construir su templo, tal como te lo ha prometido.
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Que te dé prudencia y sabiduría para que, cuando estés al frente de Israel, obedezcas su ley. Él es el SEÑOR tu Dios.
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Si cumples las leyes y normas que el SEÑOR le entregó a Israel por medio de Moisés, entonces te irá bien. ¡Sé fuerte y valiente! ¡No tengas miedo ni te desanimes!
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»Mira, con mucho esfuerzo he logrado conseguir para el templo del SEÑOR tres mil trescientas toneladas de oro, treinta y tres mil toneladas de plata y una incontable cantidad de bronce y de hierro. Además, he conseguido madera y piedra, pero tú debes adquirir más.
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También cuentas con una buena cantidad de obreros: canteros, albañiles, carpinteros, y expertos en toda clase de trabajos
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en oro, plata, bronce y hierro. Así que, ¡pon manos a la obra, y que el SEÑOR te acompañe!»
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Después David les ordenó a todos los jefes de Israel que colaboraran con su hijo Salomón.
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Les dijo: «El SEÑOR su Dios está con ustedes, y les ha dado paz en todo lugar. Él ha entregado en mi poder a los habitantes de la región, y estos han quedado sometidos al SEÑOR y a su pueblo.
19
Ahora, pues, busquen al SEÑOR su Dios de todo corazón y con toda el alma. Comiencen la construcción del santuario de Dios el SEÑOR, para que trasladen el arca del pacto y los utensilios sagrados al templo que se construirá en su honor».