4
Entonces dijo Saúl á su escudero: Saca tu espada, y pásame con ella, porque no vengan estos incircuncisos, y hagan escarnio de mí; mas su escudero no quiso, porque tenía gran miedo. Entonces Saúl tomó la espada, y echóse sobre ella.
5
Y como su escudero vió á Saúl muerto, él también se echó sobre su espada, y matóse.
6
Así murió Saúl, y sus tres hijos; y toda su casa murió juntamente con él.
7
Y viendo todos los de Israel que habitaban en el valle, que habían huído, y que Saúl y sus hijos eran muertos, dejaron sus ciudades, y huyeron: y vinieron los Filisteos, y habitaron en ellas.
8
Y fué que viniendo el día siguiente los Filisteos á despojar los muertos, hallaron á Saúl y á sus hijos tendidos en el monte de Gilboa.
9
Y luego que le hubieron desnudado, tomaron su cabeza y sus armas, y enviáronlo todo á la tierra de los Filisteos por todas partes, para que fuese denunciado á sus ídolos y al pueblo.
10
Y pusieron sus armas en el templo de su dios, y colgaron la cabeza en el templo de Dagón.
11
Y oyendo todos los de Jabes de Galaad lo que los Filisteos habían hecho de Saúl,
12
Levantáronse todos los hombres valientes, y tomaron el cuerpo de Saúl, y los cuerpos de sus hijos, y trajéronlos á Jabes; y enterraron sus huesos debajo del alcornoque en Jabes, y ayunaron siete días.
13
Así murió Saúl por su rebelión con que prevaricó contra Jehová, contra la palabra de Jehová, la cual no guardó; y porque consultó al pythón, preguntándo le,
14
Y no consultó á Jehová: por esta causa lo mató, y traspasó el reino á David, hijo de Isaí.