13
Juzgad vosotros mismos: ¿es honesto orar la mujer á Dios no cubierta?
14
La misma naturaleza ¿no os enseña que al hombre sea deshonesto criar cabello?
15
Por el contrario, á la mujer criar el cabello le es honroso; porque en lugar de velo le es dado el cabello.
16
Con todo eso, si alguno parece ser contencioso, nosotros no tenemos tal costumbre, ni las iglesias de Dios.
17
Esto empero os denuncio, que no alabo, que no por mejor sino por peor os juntáis.
18
Porque lo primero, cuando os juntáis en la iglesia, oigo que hay entre vosotros disensiones; y en parte lo creo.
19
Porque preciso es que haya entre vosotros aun herejías, para que los que son probados se manifiesten entre vosotros.
20
Cuando pues os juntáis en uno, esto no es comer la cena del Señor.
21
Porque cada uno toma antes para comer su propia cena; y el uno tiene hambre, y el otro está embriagado.
22
Pues qué, ¿no tenéis casas en que comáis y bebáis? ¿ó menospreciáis la iglesia de Dios, y avergonzáis á los que no tienen? ¿Qué os diré? ¿os alabaré? En esto no os alabo.
23
Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fué entregado, tomó pan;
24
Y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed: esto es mi cuerpo que por vosotros es partido: haced esto en memoria de mí.
25
Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre: haced esto todas las veces que bebiereis, en memoria de mí.
26
Porque todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que venga.
27
De manera que, cualquiera que comiere este pan ó bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor.
28
Por tanto, pruébese cada uno á sí mismo, y coma así de aquel pan, y beba de aquella copa.
29
Porque el que come y bebe indignamente, juicio come y bebe para sí, no discerniendo el cuerpo del Señor.
30
Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros; y muchos duermen.
31
Que si nos examinásemos á nosotros mismos, cierto no seríamos juzgados.
32
Mas siendo juzgados, somos castigados del Señor, para que no seamos condenados con el mundo.
33
Así, que, hermanos míos, cuando os juntáis á comer, esperaos unos á otros.