12
Porque como la mujer salió del varón, así también el varón nace por la mujer; todo, sin embargo, sale de Dios.
13
Juzgad vosotros mismos: ¿es honesto la mujer orar a Dios no cubierta?
14
La misma naturaleza ¿no os enseña que al hombre sea deshonesto criar cabello?
15
Por el contrario, a la mujer criar el cabello le es honroso; porque por cubierta le es dado el cabello.
16
Con todo eso, si alguno parece ser contencioso, nosotros no tenemos tal costumbre, ni la Iglesia de Dios.
17
Pero esto os denuncio, que no os alabo, que no para mejor sino para peor os juntáis.
18
Porque lo primero, cuando os juntáis en la Iglesia, oigo que hay entre vosotros divisiones; y en parte lo creo.
19
Porque conviene que también haya entre vosotros herejías, para que los que son probados se manifiesten entre vosotros.
20
De manera que cuando os juntáis en uno, esto no es comer la Cena del Señor.
21
Porque cada uno toma antes para comer su propia cena; y el uno tiene hambre, y el otro está embriagado.
22
A la verdad, ¿no tenéis casas en que comáis y bebáis? ¿O menospreciáis la Iglesia de Dios, y avergonzáis a los que no tienen? ¿Qué os diré? ¿Os alabaré? En esto no os alabo.
23
Porque yo recibí del Señor lo que también os he enseñado: Que el Señor Jesús, la noche que fue entregado, tomó el pan;
24
y habiendo dado gracias, lo partió, y dijo: Tomad, comed; esto es mi cuerpo que por vosotros es partido; haced esto en memoria de mí.
25
Asimismo tomó también la copa, después de haber cenado, diciendo: Esta copa es el Nuevo testamento en mi sangre; haced esto todas las veces que bebiereis, en memoria de mí.
26
Porque todas las veces que comiereis este pan, y bebiereis esta copa, la muerte del Señor anunciáis hasta que él venga.
27
De manera que, cualquiera que comiere este pan o bebiere esta copa del Señor indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor.
28
Por tanto, pruébese cada hombre a sí mismo, y coma así del pan, y beba de la copa.
29
Porque el que come y bebe indignamente, juicio come y bebe para sí, no discerniendo el cuerpo del Señor.
30
Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros; y muchos duermen.
31
Pero si nos examinásemos a nosotros mismos, cierto no seríamos juzgados.
32
Mas siendo juzgados, somos castigados del Señor, para que no seamos condenados con el mundo.