3
Y él le dijo: Echala en tierra. Y él la echó en tierra, y se tornó una culebra; y Moisés huía de ella.
4
Entonces dijo el SEÑOR a Moisés: Extiende tu mano, y tómala por la cola. Y él extendió su mano, y la tomó, y se tornó vara en su mano.
5
Por esto creerán que se te ha aparecido el SEÑOR Dios de tus padres, el Dios de Abraham, Dios de Isaac, y Dios de Jacob.
6
Y le dijo además el SEÑOR: Mete ahora tu mano en tu seno. Y él metió la mano en su seno; y cuando la sacó, he aquí que su mano estaba leprosa como la nieve.
7
Y dijo: Vuelve a meter tu mano en tu seno; y él volvió a meter su mano en su seno; y volviéndola a sacar del seno, he aquí que se había vuelto como la otra carne.
8
Si aconteciere, que no te creyeren, ni oyeren la voz de la primera señal, creerán a la voz de la postrera.
9
Y si aún no creyeren a estas dos señales, ni oyeren tu voz, tomarás de las aguas del río, y las derramarás en tierra; y se volverán aquellas aguas que tomarás del río, se volverán sangre en la tierra.
10
Entonces dijo Moisés al SEÑOR: ¡Ruego Señor! Yo no soy hombre de palabras de ayer ni de anteayer, ni aun desde que tú hablas a tu siervo; porque soy pesado de boca y pesado de lengua.
11
Y el SEÑOR le respondió: ¿Quién dio la boca al hombre? ¿O quién hizo al mudo y al sordo, al que ve y al ciego? ¿No soy yo el SEÑOR?
12
Ahora pues, ve, que yo seré en tu boca, y te enseñaré lo que hayas de hablar.
13
Y él dijo: ¡Ruego Señor! Envía por mano del que has de enviar.