10
Y Jetro dijo: Bendito sea el SEÑOR, que os libró de mano de los egipcios, y de la mano del Faraón, y que libró al pueblo de la mano de los egipcios
11
Ahora conozco que el SEÑOR es grande más que todos los dioses; porque en lo que se ensoberbecieron prevaleció contra ellos
12
Y tomó Jetro, el suegro de Moisés, holocaustos y sacrificios para Dios; y vino Aarón y todos los ancianos de Israel a comer pan con el suegro de Moisés delante de Dios
13
Y aconteció que otro día se sentó Moisés a juzgar al pueblo; y el pueblo estuvo delante de Moisés desde la mañana hasta la tarde
14
Y viendo el suegro de Moisés todo lo que él hacía con el pueblo, dijo: ¿Qué es esto que haces tú con el pueblo? ¿Por qué te sientas tú solo, y todo el pueblo está delante de ti desde la mañana hasta la tarde
15
Y Moisés respondió a su suegro: Porque el pueblo viene a mí para consultar a Dios
16
Cuando tienen negocios, vienen a mí; y yo juzgo entre el uno y el otro, y declaro las ordenanzas de Dios y sus leyes
17
Entonces el suegro de Moisés le dijo: No haces bien
18
Desfallecerás del todo, tú, y también este pueblo que está contigo; porque el trabajo es demasiado pesado para ti; no podrás hacerlo tú solo
19
Oye ahora mi voz; yo te aconsejaré, y Dios estará contigo. Está tú por el pueblo delante de Dios, y somete tú los asuntos a Dios
20
Y enseñales las ordenanzas y las leyes, y muéstrales el camino por donde deben andar, y lo que han de hacer