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Aun cuando eran pocos en número,unos cuantos extranjeros en la tierra
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que andaban siempre de nación en nacióny de reino en reino,
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a nadie permitió que los oprimiera,sino que por ellos reprendió a los reyes:
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«No toquen a mis ungidos;no hagan daño a mis profetas».
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Dios provocó hambre en la tierray destruyó todos sus trigales.
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Pero envió delante de ellos a un hombre:a José, vendido como esclavo.
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Le sujetaron los pies con grilletes,entre hierros le aprisionaron el cuello,
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hasta que se cumplió lo que él predijoy la palabra del SEÑOR probó que él era veraz.
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El rey ordenó ponerlo en libertad,el gobernante de los pueblos lo dejó libre.
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Le dio autoridad sobre toda su casay lo puso a cargo de cuanto poseía,
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con pleno poder para instruir a sus príncipese impartir sabiduría a sus ancianos.