31
Luego comenzó a enseñarles:—El Hijo del hombre tiene que sufrir muchas cosas y ser rechazado por los ancianos, por los jefes de los sacerdotes y por los maestros de la ley. Es necesario que lo maten y que a los tres días resucite.
32
Habló de esto con toda claridad. Pedro lo llevó aparte y comenzó a reprenderlo.
33
Pero Jesús se dio la vuelta, miró a sus discípulos, y reprendió a Pedro.—¡Aléjate de mí, Satanás! —le dijo—. Tú no piensas en las cosas de Dios sino en las de los hombres.
34
Entonces llamó a la multitud y a sus discípulos.—Si alguien quiere ser mi discípulo —les dijo—, que se niegue a sí mismo, lleve su cruz y me siga.
35
Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa y por el evangelio, la salvará.
36
¿De qué sirve ganar el mundo entero si se pierde la vida?
37
¿O qué se puede dar a cambio de la vida?
38
Si alguien se avergüenza de mí y de mis palabras en medio de esta generación adúltera y pecadora, también el Hijo del hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles.