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Todavía estaba hablando Jesús cuando se apareció una turba, y al frente iba uno de los doce, el que se llamaba Judas. Este se acercó a Jesús para besarlo,
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pero Jesús le preguntó:—Judas, ¿con un beso traicionas al Hijo del hombre?
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Los discípulos que lo rodeaban, al darse cuenta de lo que pasaba, dijeron:—Señor, ¿atacamos con la espada?
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Y uno de ellos hirió al siervo del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha.
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—¡Déjenlos! —ordenó Jesús.Entonces le tocó la oreja al hombre, y lo sanó.
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Luego dijo a los jefes de los sacerdotes, a los capitanes del templo y a los ancianos, que habían venido a prenderlo:—¿Acaso soy un bandido, para que vengan contra mí con espadas y palos?
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Todos los días estaba con ustedes en el templo, y no se atrevieron a ponerme las manos encima. Pero ya ha llegado la hora de ustedes, cuando reinan las tinieblas.