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El SEÑOR le ordenó a Moisés
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que les dijera a los israelitas: «El que ofrezca al SEÑOR un sacrificio de comunión deberá presentar al SEÑOR parte de ese sacrificio,
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y presentarle también una ofrenda por fuego. Llevará la grasa y el pecho, y mecerá ante el SEÑOR el pecho de la víctima como ofrenda mecida.
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El sacerdote quemará la grasa en el altar, pero el pecho será para Aarón y sus hijos.
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Al sacerdote se le dará, como contribución, el muslo derecho del sacrificio de comunión.
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El muslo derecho será la porción del sacerdote a quien le toque ofrecer la sangre y la grasa del sacrificio.
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Porque de los sacrificios de comunión que ofrecen los israelitas, yo he tomado el pecho mecido y el muslo para dárselos, como contribución, al sacerdote Aarón y a sus hijos. Este será un estatuto perpetuo entre los israelitas».
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De las ofrendas presentadas por fuego al SEÑOR, esa es la porción consagrada para Aarón y sus hijos desde el día en que Moisés se los presentó al SEÑOR como sacerdotes.
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El día en que fueron ungidos, el SEÑOR ordenó a los israelitas darles esa porción. Es un estatuto perpetuo para sus descendientes.
37
Esta es la ley respecto a los holocaustos, las ofrendas de cereales, los sacrificios expiatorios, los sacrificios por la culpa, los sacrificios de ordenación y los sacrificios de comunión.
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El SEÑOR se la dio a Moisés en el monte Sinaí el día en que mandó a los israelitas presentarle ofrendas en el desierto de Sinaí.