1
Toda la comunidad israelita partió del desierto de Sin por etapas, según lo había ordenado el SEÑOR. Acamparon en Refidín, pero no había allí agua para que bebieran,
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así que altercaron con Moisés.—Danos agua para beber —le exigieron.—¿Por qué pelean conmigo? —se defendió Moisés—. ¿Por qué provocan al SEÑOR?
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Pero los israelitas estaban sedientos, y murmuraron contra Moisés.—¿Para qué nos sacaste de Egipto? —reclamaban—. ¿Solo para matarnos de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestro ganado?
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Clamó entonces Moisés al SEÑOR, y le dijo:—¿Qué voy a hacer con este pueblo? ¡Solo falta que me maten a pedradas!
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—Adelántate al pueblo —le aconsejó el SEÑOR— y llévate contigo a algunos ancianos de Israel, pero lleva también la vara con que golpeaste el Nilo. Ponte en marcha,
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que yo estaré esperándote junto a la roca que está en Horeb. Aséstale un golpe a la roca, y de ella brotará agua para que beba el pueblo.Así lo hizo Moisés, a la vista de los ancianos de Israel.
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Además, a ese lugar lo llamó Masá, y también Meribá, porque los israelitas habían altercado con él y provocado al SEÑOR al decir: «¿Está o no está el SEÑOR entre nosotros?»