8
Si en alguna provincia ves que se oprime al pobre, y que a la gente se le niega un juicio justo, no te asombres de tales cosas; porque a un alto oficial lo vigila otro más alto, y por encima de ellos hay otros altos oficiales.
9
¿Qué provecho hay en todo esto para el país? ¿Está el rey al servicio del campo?
10
Quien ama el dinero, de dinero no se sacia. Quien ama las riquezas nunca tiene suficiente. ¡También esto es absurdo!
11
Donde abundan los bienes, sobra quien se los gaste; ¿y qué saca de esto su dueño, aparte de contemplarlos?
12
El trabajador duerme tranquilo, coma mucho o coma poco. Al rico sus muchas riquezas no lo dejan dormir.
13
He visto un mal terrible en esta vida: riquezas acumuladas que redundan en perjuicio de su dueño,
14
y riquezas que se pierden en un mal negocio. Y si llega su dueño a tener un hijo, ya no tendrá nada que dejarle.
15
Tal como salió del vientre de su madre, así se irá: desnudo como vino al mundo, y sin llevarse el fruto de tanto trabajo.
16
Esto es un mal terrible: que tal como viene el hombre, así se va. ¿Y de qué le sirve afanarse tanto para nada?
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Además, toda su vida come en tinieblas, y en medio de muchas molestias, enfermedades y enojos.
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Esto es lo que he comprobado: que en esta vida lo mejor es comer y beber, y disfrutar del fruto de nuestros afanes. Es lo que Dios nos ha concedido; es lo que nos ha tocado.
19
Además, a quien Dios le concede abundancia y riquezas, también le concede comer de ellas, y tomar su parte y disfrutar de sus afanes, pues esto es don de Dios.
20
Y como Dios le llena de alegría el corazón, muy poco reflexiona el hombre en cuanto a su vida.