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»Cuando salgas a la guerra contra tus enemigos, y el SEÑOR tu Dios los entregue en tus manos y los hagas prisioneros,
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si ves entre las cautivas alguna mujer hermosa que te atraiga, podrás tomarla por esposa.
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La llevarás a tu casa y harás que se rape la cabeza, se corte las uñas
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y se deshaga de su ropa de cautiva. Después de que haya vivido en tu casa y guardado luto por su padre y su madre durante todo un mes, podrás unirte a ella y serán marido y mujer.
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Pero si no resulta de tu agrado, la dejarás ir adonde ella lo desee. No deberás venderla ni tratarla como esclava, puesto que la habrás deshonrado.