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Mientras tanto, Absalón y todos los israelitas que lo seguían habían entrado en Jerusalén; también Ajitofel lo acompañaba.
16
Entonces Husay el arquita, amigo de David, fue a ver a Absalón y exclamó:—¡Viva el rey! ¡Viva el rey!
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Absalón le preguntó:—¿Así muestras tu lealtad a tu amigo? ¿Cómo es que no te fuiste con él?
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—De ningún modo —respondió Husay—. Soy más bien amigo del elegido del SEÑOR, elegido también por este pueblo y por todos los israelitas. Así que yo me quedo con usted.
19
Además, ¿a quién voy a servir? Serviré al hijo, como antes serví al padre.
20
Luego le dijo Absalón a Ajitofel:—Pónganse a pensar en lo que debemos hacer.
21
Ajitofel le respondió:—Acuéstese usted con las concubinas que su padre dejó al cuidado del palacio. De ese modo todos los israelitas se darán cuenta de que Su Majestad ha roto con su padre, y quienes lo apoyan a usted se fortalecerán en el poder.
22
Entonces instalaron una tienda de campaña en la azotea para que Absalón se acostara con las concubinas de su padre a la vista de todos los israelitas.
23
En aquella época, recibir el consejo de Ajitofel era como oír la palabra misma de Dios, y esto era así tanto para David como para Absalón.