15
Cundió entonces el pánico en el campamento filisteo y entre el ejército que estaba en el campo abierto. Todos ellos se acobardaron, incluso los soldados de la guarnición y las tropas de asalto. Hasta la tierra tembló, y hubo un pánico extraordinario.
16
Desde Guibeá de Benjamín, los centinelas de Saúl podían ver que el campamento huía en desbandada.
17
Saúl dijo entonces a sus soldados: «Pasen revista, a ver quién de los nuestros falta». Así lo hicieron, y resultó que faltaban Jonatán y su escudero.
18
Entonces Saúl le pidió a Ahías que trajera el arca de Dios. (En aquel tiempo el arca estaba con los israelitas.)
19
Pero mientras hablaban, el desconcierto en el campo filisteo se hizo peor, así que Saúl le dijo al sacerdote: «¡No lo hagas!»
20
En seguida Saúl reunió a su ejército, y todos juntos se lanzaron a la batalla. Era tal la confusión entre los filisteos, que se mataban unos a otros.
21
Además, los hebreos que hacía tiempo se habían unido a los filisteos, y que estaban con ellos en el campamento, se pasaron a las filas de los israelitas que estaban con Saúl y Jonatán.
22
Y los israelitas que se habían escondido en los montes de Efraín, al oír que los filisteos huían, se unieron a la batalla para perseguirlos.
23
Así libró el SEÑOR a Israel aquel día, y la batalla se extendió más allá de Bet Avén.