7
¡Estos gordos ricachones tienen todo
lo que su corazón desea!
8
Se burlan y hablan solo maldades;
en su orgullo procuran aplastar a otros.
9
Se jactan contra los cielos mismos,
y sus palabras se pasean presuntuosas por toda la tierra.
10
Entonces la gente se desanima y se confunde,
al tragarse todas esas palabras.
11
«¿Y qué sabe Dios? —preguntan—.
¿Acaso el Altísimo sabe lo que está pasando?».
12
Miren a esos perversos:
disfrutan de una vida fácil mientras sus riquezas se multiplican.
13
¿Conservé puro mi corazón en vano?
¿Me mantuve en inocencia sin ninguna razón?
14
En todo el día no consigo más que problemas;
cada mañana me trae dolor.
15
Si yo realmente hubiera hablado a otros de esta manera,
habría sido un traidor a tu pueblo.
16
Traté de entender por qué los malvados prosperan,
¡pero qué tarea tan difícil!
17
Entonces entré en tu santuario, oh Dios,
y por fin entendí el destino de los perversos.