6
Entonces Moisés y Aarón se apartaron del pueblo y fueron a la entrada del tabernáculo,
donde cayeron rostro en tierra. Allí la presencia gloriosa del Señor
se les apareció,
7
y el Señor
le dijo a Moisés:
8
«Tú y Aarón tomen la vara y reúnan a toda la comunidad. En presencia de todo el pueblo, háblale a la roca y de ella brotará agua. De la roca proveerás suficiente agua para satisfacer a toda la comunidad y a sus animales».
9
Así que Moisés hizo lo que se le dijo. Tomó la vara del lugar donde se guardaba en la presencia del Señor
.
10
Luego él y Aarón mandaron a llamar al pueblo a reunirse frente a la roca. «¡Escuchen, ustedes rebeldes! —gritó—. ¿Acaso debemos sacarles agua de esta roca?».
11
Enseguida Moisés levantó su mano y golpeó la roca dos veces con la vara y el agua brotó a chorros. Así que toda la comunidad y sus animales bebieron hasta saciarse.
12
Sin embargo, el Señor
les dijo a Moisés y a Aarón: «¡Puesto que no confiaron lo suficiente en mí para demostrar mi santidad a los israelitas, ustedes no los llevarán a la tierra que les doy!».
13
Por eso este lugar se conoce como las aguas de Meriba (que significa «discusión») porque allí el pueblo de Israel discutió con el Señor
y él demostró su santidad entre ellos.
14
Edom le niega el paso a Israel
Mientras Moisés estaba en Cades, envió embajadores al rey de Edom con el siguiente mensaje:
«Esto es lo que dicen tus parientes, los israelitas: tú sabes todas las dificultades por las que hemos pasado.
15
Nuestros antepasados bajaron a Egipto y allí vivimos un largo tiempo. Los egipcios nos maltrataron brutalmente, tanto a nosotros como a nuestros antepasados;
16
pero cuando clamamos al Señor
, él nos oyó y envió a un ángel que nos sacó de Egipto. Ahora estamos acampando en Cades, la ciudad en la frontera de tu territorio.