6
De esta manera, ustedes afirman que no hay necesidad de honrar a los padres;
y entonces anulan la palabra de Dios por el bien de su propia tradición.
7
¡Hipócritas! Isaías tenía razón cuando profetizó acerca de ustedes, porque escribió:
8
“Este pueblo me honra con sus labios,
pero su corazón está lejos de mí.
9
Su adoración es una farsa
porque enseñan ideas humanas como si fueran mandatos de Dios”
.
10
Luego Jesús llamó a la multitud para que se acercara y oyera.
—les dijo—,
11
Lo que entra por la boca no es lo que los contamina; ustedes se contaminan por las palabras que salen de la boca».
12
Entonces los discípulos se acercaron y le preguntaron:
—¿Te das cuenta de que has ofendido a los fariseos con lo que acabas de decir?
13
Jesús contestó:
14
así que no les hagan caso. Son guías ciegos que conducen a los ciegos, y si un ciego guía a otro, los dos caerán en una zanja.
15
Entonces Pedro le dijo a Jesús:
—Explícanos la parábola que dice que la gente no se contamina por lo que come.
16
—preguntó Jesús—.
17
Todo lo que comen pasa a través del estómago y luego termina en la cloaca,
18
pero las palabras que ustedes dicen provienen del corazón; eso es lo que los contamina.
19
Pues del corazón salen los malos pensamientos, el asesinato, el adulterio, toda inmoralidad sexual, el robo, la mentira y la calumnia.
20
Esas cosas son las que los contaminan. Comer sin lavarse las manos nunca los contaminará.
21
La fe de una mujer gentil
Luego Jesús salió de Galilea y se dirigió al norte, a la región de Tiro y Sidón.
22
Una mujer de los gentiles,
que vivía allí, se le acercó y le rogó: «¡Ten misericordia de mí, oh Señor, Hijo de David! Pues mi hija está poseída por un demonio que la atormenta terriblemente».
23
Pero Jesús no le contestó ni una palabra. Entonces sus discípulos le pidieron que la despidiera. «Dile que se vaya —dijeron—. Nos está molestando con sus súplicas».
24
Entonces Jesús le dijo a la mujer:
25
Ella se acercó y lo adoró, y le rogó una vez más:
—¡Señor, ayúdame!
26
Jesús le respondió: