24
Después los soldados lo clavaron en la cruz. Dividieron su ropa y tiraron los dados
para ver quién se quedaba con cada prenda.
25
Eran las nueve de la mañana cuando lo crucificaron.
26
Un letrero anunciaba el cargo en su contra. Decía: «El Rey de los judíos».
27
Con él crucificaron a dos revolucionarios,
uno a su derecha y otro a su izquierda.
28
29
La gente que pasaba por allí gritaba insultos y movía la cabeza en forma burlona. «¡Eh! ¡Pero mírate ahora! —le gritaban—. Dijiste que ibas a destruir el templo y a reconstruirlo en tres días.
30
¡Muy bien, sálvate a ti mismo y bájate de la cruz!».
31
Los principales sacerdotes y los maestros de la ley religiosa también se burlaban de Jesús. «Salvó a otros —se mofaban—, ¡pero no puede salvarse a sí mismo!
32
¡Que este Mesías, este Rey de Israel, baje de la cruz para que podamos verlo y creerle!». Hasta los hombres que estaban crucificados con Jesús se burlaban de él.
33
Muerte de Jesús
Al mediodía, la tierra se llenó de oscuridad hasta las tres de la tarde.
34
Luego, a las tres de la tarde, Jesús clamó con voz fuerte:
que significa
35
Algunos que pasaban por allí entendieron mal y pensaron que estaba llamando al profeta Elías.
36
Uno de ellos corrió y empapó una esponja en vino agrio, la puso sobre una caña de junco y la levantó para que él pudiera beber. «¡Esperen! —dijo—. ¡A ver si Elías viene a bajarlo!».
37
Entonces Jesús soltó otro fuerte grito y dio su último suspiro.
38
Y la cortina del santuario del templo se rasgó en dos, de arriba abajo.
39
El oficial romano
que estaba frente a él,
al ver cómo había muerto, exclamó: «¡Este hombre era verdaderamente el Hijo de Dios!».
40
Algunas mujeres miraban de lejos, entre ellas, María Magdalena, María (la madre de Santiago el menor y de José
), y Salomé.
41
Eran seguidoras de Jesús y lo habían cuidado mientras estaba en Galilea. También estaban allí muchas otras mujeres que habían venido con él a Jerusalén.
42
Entierro de Jesús
Todo eso sucedió el viernes —el día de preparación
— anterior al día de descanso. Al acercarse la noche,
43
José de Arimatea se arriesgó y fue a ver a Pilato y pidió el cuerpo de Jesús. (José era miembro honorable del Concilio Supremo y esperaba la venida del reino de Dios).
44
Pilato no podía creer que Jesús ya hubiera muerto, así que llamó al oficial romano y le preguntó si ya había muerto.