7
Destruyó mis vides
y arruinó mis higueras;
les arrancó la corteza y la destruyó,
dejando sus ramas blancas y desnudas.
8
Lloren como una recién casada vestida de luto,
quien llora la muerte de su esposo.
9
Pues no hay grano ni vino
para ofrecer en el templo del Señor
.
Por eso los sacerdotes están de luto;
los ministros del Señor
están llorando.
10
Los campos están arruinados,
la tierra quedó desnuda.
El grano está destruido,
las uvas se secaron
y se acabó el aceite de oliva.
11
¡Laméntense, ustedes, agricultores!
¡Giman, ustedes que cultivan vides!
Lloren porque el trigo y la cebada
—todos los cultivos del campo— están arruinados.
12
Se secaron las vides
y se marchitaron las higueras.
Los granados, las palmeras y los manzanos
—todos los árboles frutales— se secaron.
Y la alegría de la gente se marchitó con ellos.
13
Ustedes sacerdotes, ¡vístanse de tela áspera y lloren!
¡Giman, ustedes, los que sirven ante el altar!
Vengan, pasen la noche vestidos de tela áspera,
ustedes, ministros de mi Dios.
Pues no hay grano ni vino
para ofrecer en el templo de su Dios.
14
Proclamen un tiempo de ayuno;
convoquen al pueblo a una reunión solemne.
Reúnan a los líderes
y a toda la gente del país
en el templo del Señor
su Dios
y allí clamen a él.
15
El día del Señor
está cerca,
el día cuando la destrucción viene de parte del Todopoderoso.
¡Qué terrible será aquel día!
16
La comida desaparece delante de nuestros ojos.
Ya no hay celebraciones de júbilo en la casa de nuestro Dios.
17
Las semillas mueren en la tierra reseca
y las cosechas de grano se pierden.
Los establos están vacíos
y los graneros abandonados.