5
Se acuerda él de sus nobles que tropiezan en su marcha, se apresuran a su muralla, y es preparada la defensa.
6
Las compuertas de los ríos se abren, y el palacio se llena de terror.
7
Está decretado: la reina es despojada y deportada, y sus sirvientas gimen como palomas, golpeándose el pecho.
8
Aunque Nínive era como estanque de aguas desde la antiguedad; ahora ellos huyen. ¡Deteneos! ¡Deteneos! Pero nadie se vuelve.
9
¡Saquead la plata! ¡Saquead el oro! No hay límite a los tesoros, a las riquezas de toda clase de objetos codiciables.
10
¡Vacía está! Sí, desolada y desierta. Los corazones se derriten y las rodillas tiemblan; hay también angustia en todo el cuerpo, y los rostros de todos han palidecido.
11
¿Dónde está la guarida de los leones y el lugar donde comen los leoncillos, donde andaban el león, la leona y su cachorro, sin que nada los asustara?
12
El león desgarraba lo suficiente para sus cachorros, mataba para sus leonas, llenaba de presa sus guaridas y de carne desgarrada sus cubiles.
13
Heme aquí contra tideclara el SEÑOR de los ejércitos. Quemaré y reduciré a humo tus carros, la espada devorará tus leoncillos, arrancaré de la tierra tu presa, y no se oirá más la voz de tus mensajeros.