19
Y levantándose Jesús, lo siguió, y también sus discípulos.
20
Y he aquí, una mujer que había estado sufriendo de flujo de sangre por doce años, se le acercó por detrás y tocó el borde de su manto;
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pues decía para sí: Si tan sólo toco su manto, sanaré.
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Pero Jesús, volviéndose y viéndola, dijo: Hija, ten ánimo, tu fe te ha sanado . Y al instante la mujer quedó sana.
23
Cuando entró Jesús en la casa del oficial, y vio a los flautistas y al gentío en ruidoso desorden,
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les dijo: Retiraos, porque la niña no ha muerto, sino que está dormida. Y se burlaban de El.
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Pero cuando habían echado fuera a la gente, El entró y la tomó de la mano; y la niña se levantó.
26
Y esta noticia se difundió por toda aquella tierra.
27
Al irse Jesús de allí, dos ciegos le siguieron, gritando y diciendo: ¡Hijo de David, ten misericordia de nosotros!
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Y después de haber entrado en la casa, se acercaron a El los ciegos, y Jesús les dijo<***>: ¿Creéis que puedo hacer esto? Ellos le respondieron<***>: Sí, Señor.
29
Entonces les tocó los ojos, diciendo: Hágase en vosotros según vuestra fe.