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Todo esto habló Jesús en parábolas a las multitudes, y nada les hablaba sin parábola,
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para que se cumpliera lo dicho por medio del profeta, cuando dijo: ABRIRE MI BOCA EN PARABOLAS; HABLARE DE COSAS OCULTAS DESDE LA FUNDACION DEL MUNDO.
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Entonces dejó a la multitud y entró en la casa. Y se le acercaron sus discípulos, diciendo: Explícanos la parábola de la cizaña del campo.
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Y respondiendo El, dijo: El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre,
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y el campo es el mundo; y la buena semilla son los hijos del reino, y la cizaña son los hijos del maligno;
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y el enemigo que la sembró es el diablo, y la siega es el fin del mundo, y los segadores son los ángeles.
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Por tanto, así como la cizaña se recoge y se quema en el fuego, de la misma manera será en el fin del mundo.
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El Hijo del Hombre enviará a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que son piedra de tropiezo y a los que hacen iniquidad;
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y los echarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el crujir de dientes.
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Entonces LOS JUSTOS RESPLANDECERAN COMO EL SOL en el reino de su Padre. El que tiene oídos, que oiga.
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El reino de los cielos es semejante a un tesoro escondido en el campo, que al encontrarlo un hombre, lo vuelve a esconder, y de alegría por ello, va, vende todo lo que tiene y compra aquel campo.
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El reino de los cielos también es semejante a un mercader que busca perlas finas,