23
Si alguno tiene oídos para oír, que oiga.
24
También les decía: Cuidaos de lo que oís. Con la medida con que midáis, se os medirá, y aun más se os dará.
25
Porque al que tiene, se le dará más, pero al que no tiene, aun lo que tiene se le quitará.
26
Decía también: El reino de Dios es como un hombre que echa semilla en la tierra,
27
y se acuesta y se levanta, de noche y de día, y la semilla brota y crece; cómo, él no lo sabe.
28
La tierra produce fruto por sí misma; primero la hoja, luego la espiga, y después el grano maduro en la espiga.
29
Y cuando el fruto lo permite, él enseguida mete la hoz, porque ha llegado el tiempo de la siega.
30
También decía: ¿A qué compararemos el reino de Dios, o con qué parábola lo describiremos?
31
Es como un grano de mostaza, el cual, cuando se siembra en la tierra, aunque es más pequeño que todas las semillas que hay en la tierra,
32
sin embargo, cuando es sembrado, crece y llega a ser más grande que todas las hortalizas y echa grandes ramas, tanto que LAS AVES DEL CIELO pueden ANIDAR BAJO SU SOMBRA.
33
Con muchas parábolas como éstas les hablaba la palabra, según podían oírla;