3
Y se decían unas a otras: ¿Quién nos removerá la piedra de la entrada del sepulcro?
4
Cuando levantaron los ojos, vieron<***> que la piedra, aunque era sumamente grande, había sido removida.
5
Y entrando en el sepulcro, vieron a un joven sentado al lado derecho, vestido con ropaje blanco; y ellas se asustaron.
6
Pero él les dijo<***>: No os asustéis; buscáis a Jesús nazareno, el crucificado. Ha resucitado, no está aquí; mirad el lugar donde le pusieron.
7
Pero id, decid a sus discípulos y a Pedro: "El va delante de vosotros a Galilea; allí le veréis, tal como os dijo."
8
Y saliendo ellas, huyeron del sepulcro, porque un gran temblor y espanto se había apoderado de ellas; y no dijeron nada a nadie porque tenían miedo.
9
Y después de haber resucitado, muy temprano el primer día de la semana, Jesús se apareció primero a María Magdalena, de la que había echado fuera siete demonios.
10
Y ella fue y se lo comunicó a los que habían estado con El, que estaban lamentándose y llorando.
11
Cuando ellos oyeron que El estaba vivo y que ella le había visto, se negaron a creerlo.
12
Después de esto, se apareció en forma distinta a dos de ellos cuando iban de camino al campo.
13
Y éstos fueron y se lo comunicaron a los demás, pero a ellos tampoco les creyeron.
14
Después se apareció a los once mismos cuando estaban sentados a la mesa, y los reprendió por su incredulidad y dureza de corazón, porque no habían creído a los que le habían visto resucitado.
15
Y les dijo: Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura.
16
El que crea y sea bautizado será salvo; pero el que no crea será condenado.
17
Y estas señales acompañarán a los que han creído: en mi nombre echarán fuera demonios, hablarán en nuevas lenguas;
18
tomarán serpientes en las manos, y aunque beban algo mortífero, no les hará daño; sobre los enfermos pondrán las manos, y se pondrán bien.
19
Entonces, el Señor Jesús, después de hablar con ellos, fue recibido en el cielo y se sentó a la diestra de Dios.
20
Y ellos salieron y predicaron por todas partes, colaborando el Señor con ellos, y confirmando la palabra por medio de las señales que la seguían. Ellas comunicaron inmediatamente a Pedro y a sus compañeros todas estas instrucciones. Y después de esto, Jesús mismo envió por medio de ellos, desde el oriente hasta el occidente, el mensaje sacrosanto e incorruptible de la salvación eterna.