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Cuando se acercaban<***> a Jerusalén, por Betfagé y Betania, cerca del monte de los Olivos, envió<***> a dos de sus discípulos,
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y les dijo<***>: Id a la aldea enfrente de vosotros, y tan pronto como entréis en ella, encontraréis un pollino atado en el cual nadie se ha montado todavía; desatadlo y traedlo.
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Y si alguien os dice: "¿Por qué hacéis eso?" decid: "El Señor lo necesita"; y enseguida lo devolverá acá.
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Ellos fueron y encontraron un pollino atado junto a la puerta, afuera en la calle, y lo desataron<***>.
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Y algunos de los que estaban allí les dijeron: ¿Qué hacéis desatando el pollino?
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Ellos les respondieron tal como Jesús les había dicho, y les dieron permiso.
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Entonces trajeron<***> el pollino a Jesús y echaron encima sus mantos, y Jesús se sentó sobre él.
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Y muchos tendieron sus mantos en el camino, y otros tendieron ramas que habían cortado de los campos.
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Los que iban delante y los que le seguían, gritaban: ¡Hosanna! BENDITO EL QUE VIENE EN EL NOMBRE DEL SEÑOR;
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Bendito el reino de nuestro padre David que viene; ¡Hosanna en las alturas!
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Y entró en Jerusalén, llegó al templo, y después de mirar todo a su alrededor, salió para Betania con los doce, siendo ya avanzada la hora.
12
Al día siguiente, cuando salieron de Betania, Jesús tuvo hambre.
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Y viendo de lejos una higuera con hojas, fue a ver si quizá pudiera hallar algo en ella; cuando llegó a ella, no encontró más que hojas, porque no era tiempo de higos.
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Y Jesús, hablando a la higuera, le dijo: Nunca jamás coma nadie fruto de ti. Y sus discípulos le estaban escuchando.
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Llegaron<***> a Jerusalén; y entrando Jesús en el templo comenzó a echar fuera a los que vendían y compraban en el templo, volcó las mesas de los cambistas y los asientos de los que vendían las palomas;
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y no permitía que nadie transportara objeto alguno a través del templo.
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Y les enseñaba, diciendo: ¿No está escrito: "MI CASA SERA LLAMADA CASA DE ORACION PARA TODAS LAS NACIONES"? Pero vosotros la habéis hecho CUEVA DE LADRONES.
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Los principales sacerdotes y los escribas oyeron esto y buscaban cómo destruirle, porque le tenían miedo, pues toda la multitud estaba admirada de su enseñanza.
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Y cuando atardecía, solían salir fuera de la ciudad.
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Por la mañana, cuando pasaban, vieron la higuera seca desde las raíces.
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Entonces Pedro, acordándose, le dijo<***>: Rabí, mira, la higuera que maldijiste se ha secado.
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Y Jesús respondió<***>, diciéndoles: Tened fe en Dios.