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Los hombres que tenían a Jesús bajo custodia, se burlaban de El y le golpeaban;
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y vendándole los ojos, le preguntaban, diciendo: Adivina, ¿quién es el que te ha golpeado?
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También decían muchas otras cosas contra El, blasfemando.
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Cuando se hizo de día, se reunió el concilio de los ancianos del pueblo, tanto los principales sacerdotes como los escribas, y llevaron a Jesús ante su concilio, diciendo:
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Si tú eres el Cristo, dínoslo. Pero El les dijo: Si os lo digo, no creeréis;
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y si os pregunto, no responderéis.
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Pero de ahora en adelante, EL HIJO DEL HOMBRE ESTARA SENTADO A LA DIESTRA del poder DE DIOS.
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Dijeron todos: Entonces, ¿tú eres el Hijo de Dios? Y El les respondió: Vosotros decís que yo soy.
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Y ellos dijeron: ¿Qué necesidad tenemos ya de testimonio? Pues nosotros mismos lo hemos oído de su propia boca.