33
El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán.
34
Estad alerta, no sea que vuestro corazón se cargue con disipación y embriaguez y con las preocupaciones de la vida, y aquel día venga súbitamente sobre vosotros como un lazo;
35
porque vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra.
36
Mas velad en todo tiempo, orando para que tengáis fuerza para escapar de todas estas cosas que están por suceder, y podáis estar en pie delante del Hijo del Hombre.
37
Durante el día enseñaba en el templo, pero al oscurecer salía y pasaba la noche en el monte llamado de los Olivos.
38
Y todo el pueblo madrugaba para ir al templo a escucharle.